segunda-feira, 12 de março de 2012

Historia del español en américa latina


Entender el origen del idioma español es fundamental para reconocer las diferencias sutiles del español que se habla en las distintas regiones. En el siglo XV, Cristóbal Colón navegó hacia América y consigo llevó el idioma castellano. Como resultado de lo que los intelectuales llaman la "hispanización", el español quedó radicado como lengua primaria en la región.
Los colonizadores buscaban en América nuevas oportunidades. En su intento por comunicarse con los indígenas, recurrieron al uso de gestos y luego a intérpretes europeos o a indígenas cautivos para tal efecto, que permitiesen la intercomprensión de culturas tan disímiles entre sí.
Durante las primeras etapas de la llamada "hispanización" hubo muchos desafíos, ya que los idiomas locales eran absolutamente diferentes y la comunicación era muy difícil. Hasta que intervino la Iglesia Católica, no era seguro si el español sobreviviría en la región. De ahí que la Iglesia Católica fuera de una importancia preponderante para la expansión del uso del español en la región. En particular los Jesuitas y los Franciscanos, quienes establecieron instituciones educativas para enseñar a los niños el catolicismo en español. A medida que los niños y adolescentes crecían, el idioma español comenzó a expandirse y a difundirse. Mientras crecía el catolicismo, también lo hacía el uso del español como la principal forma de comunicación.
Pero no sólo la población indígena era heterogénea, sino que también lo era la hispana que llegó a colonizar el territorio americano, pues provenía de las distintas regiones de España, aunque especialmente de Andalucía. Esta mayor proporción de andaluces, que se asentó sobre todo en la zona caribeña y antillana en los primeros años de la conquista, habría otorgado características especiales al español americano: el llamado andalucismo de América, que se manifiesta, especialmente en el aspecto fonético.
En el plano fónico, por ejemplo, pérdida de la d entre vocales (aburrío por aburrido) y final de palabra (usté por usted, y virtú por virtud), confusión entre l y r ( “mardito” por “maldito”) o aspiración de la s final de sílaba (“pahtoh” por “pastos”) o la pronunciación de x, y, g, j,antiguas como h, especialmente en las Antillas, América Central, Colombia, Venezuela, Panamá o Nuevo México, hasta Ecuador y la costa norte de Perú.

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